A
continuación describo lo importante ha sido para mí trabajar como docente, así
como el cambio y adaptación que ha tenido mi profesión y mi vida en general.
Compartiendo además las opiniones de mis
compañeros del grupo de la especialidad en Competencias docentes, así como la
Ponencia de José Esteve (2003) de “La aventura de ser maestro”, donde nos
identificamos con muchos de los puntos que el expone en su trabajo.
Mi
historia como maestro, es como la de muchos otros, estoy aquí por pura
casualidad, o como menciona José Esteve que se aprende a ser profesor “por
ensayo o por error” (pág. 1).
Estudie
la licenciatura en Contaduría Pública en la UNAM hace 16 años; antes de salir
de la universidad trabajé en el sector privado y alguna vez pensé dar clases
pero siempre pensé hacerlo a cierta edad y cuando ya estuvieran grandes mis
hijos.
Mi trabajo en las empresas era abrumador,
tenía hora de entrada al trabajo pero no hora de salida, mis actividades como
contadora era múltiples: auditorías, cierres de mes, estados financieros, pago
de impuestos, juntas, etc.
Tengo
dos hijos, razón por la cual deje de trabajar, al principio me costaba acostumbrarme a mi nuevo ritmo de vida y al desempeño de la
carrera más importante de todas: ser mamá.
Hace
6 años tuve la oportunidad de dar clases en el Cobaem de Tultitlán, el director
de ese plante me contrato, al ver mi
curriculum lo único que me objeto fue mi falta de experiencia en la docencia,
me asignó 5 horas a la semana, en las
que impartí la materia de capacitación para el trabajo: Contabilidad III por
módulos; decía que era fácil pues los muchachos
llevaban un manual que sería como un libro, que había muchas actividades y que
no tendría ningún problema.
Lo
único que le preocupó a mí jefe en aquel momento, era que el grupo estaba
formado por la primera generación, yo no tenía idea cómo se había conformado
dicho grupo, eran estudiantes que había dejado la escuela por distintas
razones: tenía muchas materias reprobadas, los había dado de baja por conducta,
por agresión, algunos ya tenían tiempo de no estudiar o eran mayores de 18
años.
Todo
un reto, pero en ese tiempo, yo me sentía la mujer maravilla, con tanta experiencia en el campo laboral y
pensando que era muy fácil, acepté el trabajo.
Al
entrar la primera vez al grupo, me presente, ellos también lo hicieron, pero
desde que llegue sentí que me estaban aprobando o reprobando. Ellos tenía fama
de boicotear la clase de los profesores que no les caían bien; a mí antecesor
le había pintado el saco, en otra ocasión le había pegado un chicle en su
silla, a otra profesora la hicieron
salir del salón llorando porque no le hacía caso. En ese momento entendí que
aunque yo tenía mucha experiencia profesional, necesitaba adquirir metodología
para realizar mi trabajo como docente, como menciona Esteve “nadie nos enseña a
ser profesores” (pág. 1).
La
verdad empecé a sentir miedo, al
principio no dormía pensando cómo le haría para que mis estudiantes
aprendieran, pensaba qué técnicas utilizaría, ya que ellos no llevaban los
materiales requeridos, ni el manual de contabilidad y yo les proporcionaba las copias,
les facilitaba el trabajo.
Era
tal mi desesperación, que en la segunda semana de clases ya pensaba renunciar.
Yo me decía: ¿qué hago aquí? y por otro lado: “pude manejar una empresa con más
de 100 empleados, que no pueda manejar a 40 muchachos”. En ese tiempo estaba
indecisa.
Una
compañera, ahora mi amiga a quien
agradezco mucho, me dio ánimos, porque me hablo de la importancia de no dejar a
los muchachos sin maestro, además de la confianza que había depositado en el Director del plantel, la escuela crecería y
por lo tanto, nosotros también en horas de clase, me convenció y decidí
quedarme.
Después
entraron otros dos grupos, los nuevos estudiantes habían escogido al plantel
por medio del examen de Comipems y
traían una dinámica muy diferente comparada con los chicos de la primera
generación, trabajaban muy bien, realizaban las tareas y esa actitud me fue
llenando de entusiasmo.
Supe
en ese momento, que todos los jóvenes son diferentes en su forma de ser y de aprender, mi primer grupo fue un
gran reto, pero a la vez también aprendí
mucho, porque siendo la primera vez que daba clases, tuve que esforzarme más,
me exigían, yo buscaba alternativas, dinámicas acorde con su capacidad y superé
todos mis obstáculos. También aquí hago alusión al escrito de Esteve “es una
profesión que se adquiere a través de la experiencia y dedicación” (pág.2)
Ahora,
tengo más seguridad y pienso que ser profesor ha sido más difícil de lo que yo
pensaba, todos los días tenemos que planear de forma adecuada nuestras clases para que el aprendizaje sea
significativo para el alumno, prestarles la atención debida, escucharlos, retroalimentarlos, trabajar de
forma colaborativa, lo importante es la
motivación a los alumnos.
Pensaba
que imponer el orden era sacar del aula a aquellos estudiantes que propiciaran
el desorden, porque así lo había aprendido hasta entonces, pero no, tenía que
ocuparme precisamente de los alumnos que por su actitud no querían estar en mi
clase. Tendría que haber buscado otras formas de comunicación y motivación para
que las clases les resultaran atractivas.
Sé
que la actitud de los chicos de la primera generación era de rebeldía hacia
todo, no teníamos un plantel, estábamos
en instalaciones provisionales, no había un espacio para ellos, ni computadoras, todo era provisional.
Puedo
decir con mucho orgullo, que mi carrera como Licenciada en Contaduría y la
docencia no están separadas, estoy convencida que ser docente es parte del proceso de formación
profesional, el compartir nuestros conocimientos, las experiencias con los
demás y en este caso con los muchachos del nivel medio superior, para mí es un
satisfacción plena. Ahora sé que también es un compromiso social.
Me
siento parte de un equipo de trabajo, que busca esforzarse, que es responsable
en todos los sentidos y sé lo que busco, el mejoramiento continuo, buscando
obtener las herramientas pedagógicas
necesarias para no ser sólo una profesora más, sino una ser facilitadora y una guía para mis
estudiantes.
Me
gusta plenamente mi labor como docente, porque me permite administrar mis
tiempos: estar más con mi familia, también puedo realizar otras actividades
como es el caso de esta especialidad, me siento reconocida e independiente económicamente.
Otros
motivos muy importantes, son los logros de mis alumnos, sé que he contribuido
un poco en ellos, algunos han terminado satisfactoriamente el nivel medio
superior a pesar de todas sus carencias, su entorno y necesidades, hasta
aquéllos que lograron realizar su sueño de quedarse en alguna de sus opciones
en alguna universidad, por ejemplo tenemos alumnos que están en la UNAM y en el
IPN, así como de trabajar en empresas en
áreas administrativas, tener una visión más amplia como instalar un negocio o
microempresa.
También reconozco que tuve algunos tropiezos, sobre todo con el
primer grupo al que le impartí clases, los chicos traían problemas de
familiares, de drogadicción, llegaban al salón de clase a transmitir sus frustraciones, su manera de
hablar y contestar tanto a sus compañeros como a mí no era la adecuada y cómo
yo no tenía la preparación para solucionar conflictos, trataba de poner orden
sacándolos de clase o reportándolos, esto no hacía que cambiaran su actitud
sino por el contrario.
Este
tropiezo me hizo buscar alternativas de comunicación efectiva, tolerancia y
diálogo, poco a poco fui logrando
ganarme su atención y sobre todo respeto.
Lo
que me entristece es que algunos alumnos, todavía a este nivel quieren que les
regalemos calificación, llegan a pensar que los vamos a pasar porque tienen
problemas, porque no tienen dinero, porque son de sexto semestre, porque no dan
lata, porque estuvieron enfermos, etc. No existe para algunos de ellos un
verdadero compromiso con su educación.
Ahora
sé que soy docente porque me gusta, me llena de satisfacción lo que hago, pero
necesito desarrollar mis competencias para trabajar de la mejor forma con mis estudiantes, estoy
comprometida a seguir preparándome con entusiasmo y dedicación. Por lo anterior
comparto el pensamiento que dice Esteve “he hecho lo que quería hacer y estoy
donde quería estar” (pág. 6).
Fuente documental:
Esteve
Z., José Manuel, “La aventura de ser maestro”, Ponencia presentada en las
XXXI Jornadas de Centros Educativos,
Universidad de Navarra, España, 4 de febrero de 2003.